EL VISIONARIO
Abel Quentín
Abel Quentin, escritor
francés y abogado penalista de 40 años. Esta es su segunda novela.
El protagonista, Jean
Roscoff, un profesor de Universidad sesentón y jubilado, quiere hacer una
biografía de un desconocido poeta y músico afroamericano, Robert Willow ,
muerto en accidente de tráfico. Después de una cena con su hija Leonie y la
novia de ésta, se desatan las nostalgias y miserias de su vida. Una prosa que
no atrae, más bien aburre, desprovista de belleza, llena de extranjerismos y
referencias ajenas a nosotros.
Revive con Agnes, su
exmujer, de la que sigue enamorado, su situación de divorciado. Es un repaso a
los años ochenta con su desenfreno social y sexual, las continuas referencias
al movimiento intelectual de Sartre y sus coetáneos en el existencialismo. El
alcoholismo, compañero inseparable, forma parte de su vida. Toda su implicación
en movimientos sociales, habrían sido una impostura. Es un ser mediocre, con un
buen concepto de sí mismo. Las personas de cierta edad, que han sido
progresistas, sufren cambios con los años, aferrándose a las comodidades
y el conservadurismo.
Las consecuencias
desmesuradas de la publicación de su libro en una editorial de segunda fila
sobre la negritud de Willow, rememora los años posteriores a la segunda guerra
mundial y la caza de brujas de McCarthy. Las redes sociales, se encargan de su
destrucción como persona, de forma irremediable. La difusión de bulos, en las
redes sociales, la teoría de la cancelación, es un reflejo de las maldades humanas
de nuestros días.
La verdad, sobre Willow, el
protagonista del libro y sobre los Rosemberg de otro libro anterior, caen como
una losa sobre su persona. Tintes policíacos en la muerte de Wilow, en
accidente provocado.
NO TE VERÉ MORIR
Antonio Muñoz Molina
Antonio Muñoz Molina, es
suficientemente conocido por nosotros y un excelente escritor. Muy bella prosa
en el libro, en los recuerdos, en todo lo que se ha ido. Análisis de la vida
trepidante de Gabriel Aristu y el retrato de una España negra, atrasada y
clerical. La relación de su familia con intelectuales de prestigio y su
relación amorosa con Adriana, marcan el carácter de Gabriel y su percepción del
mundo y lo cotidiano. En ocasiones, tal vez un exceso de retórica retarda la
historia. Molina, juega con los tiempos en la novela.
Una buena descripción de la
alta sociedad norteamericana, de sus casas, sus bosques, y el contraste con la
parte mísera de esa misma sociedad.
Siente, ya en la vejez, un
profundo amor hacia Adriana, que tal vez había olvidado, subyugado por su vida
americana, su posición social, y la teatralidad de las relaciones entre la alta
sociedad, que le hacen adormecer el supuesto amor de su vida, que no obstante,
hacen resaltar en el lector, egoísmo y cobardía por su parte.
De Adriana rememora su pelo
rojo, su frente, sus almendrados ojos verdes, sus manos, su indumentaria
informal, la enseñanza de lugares y rincones poco comunes de Madrid. Gabriel se
había formado siendo esclavo de las obligaciones impuestas por sus padres, que
querían hacerle salir del pozo de ignorancia de la España de post-guerra.
A través de la hija de
Adriana, que conoce de forma casual, consigue contactar con ella y se produce
el encuentro, ya en los últimos momentos de Adriana, cuando es una muñeca rota
por la vejez y la enfermedad terminal que padece.
Un hermosa y triste historia
de amor inacabada, que induce a la tristeza, en la que la figuración ha
destruido los sentimientos. No vio morir a la amada a quien dejó por cobardía,
ni la asiste en la despedida del mundo, a pesar de su ruego.