Nada es verdad
Verónica Raimo
El libro tiene una prosa correcta, sin pretensiones. Hace una descripción humorística, una caricatura de sus vivencias familiares. El relato resulta algo infantil, pero de lectura fácil y amena. Un padre que construye tabiques por doquier en la casa familiar, una madre omnipresente en cualquier lugar. Sus mejores recuerdos son con su abuelo, incluso en momentos íntimos de su estreñimiento. Las comidas con su familia resultan poco edificantes por su procacidad.
Los
problemas cotidianos son tratados con un humor que llega a hacerse redundante.
Las ensoñaciones son de adolescente.
Atrapada
en la familia, siente las obsesiones por el sexo en su primera juventud, y más
tarde, del recuerdo de su aborto, que podrían ser vivencias de la misma autora.
El
desconcierto ante la vida, deja traslucir su educación. Vida de picaresca, de
enredos junto con su hermano de quien tiene manifiestos celos, y de sus dos
amigas más íntimas.
Personaje
frío, siente indiferencia hacia los niños, y una manifiesta ineptitud para las
manualidades y la música. Con su vida de trápala, confunde lo imaginado con lo
cierto, viviendo en una realidad paralela, egocéntrica, con enfoques a veces
existencialistas y sintiéndose como perdida en la vida, en la que nada es
verdad. Ella misma reconoce mentir en su diario para engañar a su madre que lo
va a leer a escondidas.